
Cómo acompañar emociones intensas sin anularlas
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En la crianza respetuosa, hay un punto que a veces nos descoloca: acompañar las emociones intensas de nuestros hijos sin perder la calma… ni silenciarlos. Porque sí, hay gritos, llantos, frustraciones y rabietas, y no siempre sabemos qué hacer. ¿Lo dejo llorar? ¿Le distraigo? ¿Le digo que no es para tanto?
Acompañar no es lo mismo que calmar. Acompañar es estar. Sin anular. Sin minimizar. Sin arreglar lo que no necesita ser arreglado.
¿Por qué no debemos anular las emociones?
Cuando decimos frases como:
- “No llores, que no pasa nada.”
- “Eso no es para tanto.”
- “Venga, ya está, no te pongas así.”
Lo hacemos con buena intención, pero el mensaje que reciben es: “lo que sientes no importa”, “expresarte molesta”, “no deberías sentir esto”. A la larga, esto puede desconectarles de sus emociones, generar inseguridad y hacer que repriman lo que sienten.
Entonces, ¿cómo se acompaña una emoción intensa?
1. Sostén el espacio, no la solución
No hace falta que digas mucho. Solo quédate cerca, disponible. Si el niño lo permite, ofrece un abrazo. Si necesita espacio, quédate a su lado en silencio.
2. Nombra lo que pasa
Pon palabras a lo que crees que está sintiendo:
“Estás muy enfadado porque querías seguir jugando y ya es hora de cenar.”
“Estás triste porque tu hermano no quiso prestarte el coche.”
Nombrar ayuda a que el cerebro ordene el caos emocional.
3. Valida su emoción, aunque no el comportamiento
Puedes sostener el límite sin negar lo que siente:
“No puedes pegar, pero entiendo que estés frustrado.”
4. Permite la emoción hasta el final
No intentes cortar el llanto. A veces es necesario llorar, gritar, sacar esa emoción hasta que se regule por sí mismo. Tu presencia amorosa será el ancla.
5. Repara después
Cuando todo haya pasado, puedes hablar, abrazar, reflexionar juntos. No en medio de la tormenta. En frío es cuando pueden integrar lo vivido.
¿Y si yo pierdo la paciencia?
También eres humana. También tienes límites. Si un día gritas, te desesperas o te sales de ti… puedes reparar. Pedir perdón, explicar que tú también te estás regulando. Eso también educa.
Criar no es controlar emociones: es enseñar a convivir con ellas
No buscamos hijos que “se porten bien”. Buscamos hijos que se sientan seguros para ser auténticos. Que no tengan que esconder su rabia, tristeza o frustración para ser aceptados. Que aprendan a expresar lo que sienten sin hacer daño.
Acompañar es un acto de amor profundo. Y, aunque no siempre es fácil, poco a poco vas aprendiendo a estar sin resolver, a mirar sin juzgar, a sostener sin controlar.