
Crianza consciente con cuatro niños: mi experiencia
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Cuando era madre de uno, pensaba que ya sabía lo que era la crianza consciente. Me informaba, elegía con cuidado los alimentos, me sentaba a su altura para escucharle, me desvivía por atender cada necesidad. Luego llegaron el segundo, el tercero… y el cuarto. Y todo se volvió mucho más caótico, pero también más verdadero.
Ser madre de cuatro hijos no me ha hecho más paciente, pero sí más humilde. He aprendido que la crianza consciente no es hacerlo todo perfecto, ni estar siempre presente, ni evitar cada llanto. Para mí, hoy, criar con consciencia es ver a cada uno tal como es, en medio del ruido, de los platos por fregar, de los gritos que a veces se me escapan y de las risas que estallan en cualquier rincón.
He dejado de perseguir la maternidad ideal y me he reconciliado con la maternidad real. Porque en la crianza consciente no se trata de tenerlo todo bajo control, sino de volver a ti una y otra vez, y desde ahí, elegir con amor. A veces con cansancio, otras con alegría, pero siempre eligiendo desde el respeto.
Con cuatro hijos no puedo multiplicarme, pero sí puedo priorizar lo importante: que se sientan seguros, vistos y amados. Aunque a veces toque decir “espera”, aunque alguna noche no me dé tiempo a contar el cuento a todos, aunque los baños no sean siempre con calma y velas.
Cada hijo me ha enseñado algo distinto sobre mí. Y entre todos, me han hecho crecer más que cualquier libro.
Criar con consciencia no es un destino al que se llega, sino una práctica diaria. Y sí, se puede. Incluso (y sobre todo) con cuatro hijos.