
La mejor alimentación para mi hijo Asperger (y por qué es clave para su bienestar)
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En casa, alimentar a mi hijo Asperger no es solo cuestión de llenar su plato: es una herramienta fundamental para apoyar su desarrollo, su bienestar emocional y su equilibrio diario.
La alimentación tiene un impacto profundo en los niños con Asperger, porque su sistema nervioso, su microbiota intestinal y sus respuestas emocionales suelen ser más sensibles que las de otros niños. Por eso, quiero compartirte cómo lo hacemos nosotros y qué fundamentos respaldan cada elección.
¿Qué es lo primero que cuido en su alimentación?
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Reducir o eliminar gluten y caseína
El gluten (presente en trigo, cebada, centeno) y la caseína (proteína de la leche) pueden generar inflamación intestinal, problemas de permeabilidad intestinal (“intestino permeable”) y reacciones neurocomportamentales en algunos niños Asperger.
Cuando los retiramos, noté menos irritabilidad, más concentración y menos altibajos emocionales. -
Evitar los ultraprocesados y el azúcar refinado
Galletas, bollos, cereales azucarados, refrescos… no solo alteran los niveles de azúcar en sangre, sino que afectan al cerebro, generando hiperactividad, irritabilidad y dependencia.
En lugar de eso, ofrecemos snacks caseros: bolitas de frutos secos, galletas sin azúcar, fruta fresca, batidos naturales. -
Fomentar una microbiota sana
El intestino es conocido como “el segundo cerebro”. Una microbiota sana ayuda a regular el estado de ánimo, la atención y el sistema inmune.
Incluimos alimentos fermentados (chucrut, kéfir de agua), verduras, frutas, fibra, y usamos probióticos de calidad si hace falta. -
Incluir grasas saludables
El cerebro necesita grasas de calidad para funcionar bien. En su dieta no faltan aguacate, frutos secos, semillas, aceite de oliva virgen extra, pescados ricos en omega-3 (como el salmón salvaje o las sardinas). Estas grasas ayudan a mejorar la concentración, la comunicación neuronal y el equilibrio emocional. -
Aumentar los nutrientes calmantes y reguladores
Magnesio, zinc, vitaminas del grupo B, triptófano… todos estos nutrientes son fundamentales para el sistema nervioso. Los conseguimos a través de alimentos como plátano, cacao puro, espinacas, legumbres, huevos de calidad, pescado, quinoa, semillas de calabaza. -
Cuidar los aditivos y pesticidas
Intentamos comprar ecológico siempre que podemos y evitamos productos con colorantes, conservantes o potenciadores del sabor (como el glutamato monosódico), porque pueden empeorar la hiperactividad y la irritabilidad.
¿Por qué esta alimentación es la mejor para él?
- Porque reduce la inflamación intestinal y cerebral, que se asocia a muchos síntomas en los TEA.
- Porque estabiliza sus emociones, evitando picos de azúcar o carencias de nutrientes que lo desregulen.
- Porque mejora su atención y concentración, algo clave para su día a día.
- Porque apoya su sistema inmune, que muchas veces está debilitado o sobrecargado.
- Porque lo hace sentirse más tranquilo y conectado consigo mismo y con el entorno.
¿Es un cambio fácil?
No te voy a mentir: no siempre. Hay resistencia, hay momentos en que extraña alimentos que ve en otros niños, hay que planificar. Pero lo importante es entender que cada elección alimentaria es un acto de amor y cuidado profundo.
No buscamos la perfección, sino avanzar con consciencia, enseñarle a reconocer cómo se siente cuando come bien y darle herramientas para que, poco a poco, también él pueda elegir lo mejor para su cuerpo y su mente.
Si tienes un hijo con Asperger o algún diagnóstico dentro del espectro, te animo a empezar despacio: elimina lo más dañino primero, introduce más alimentos vivos, y observa. El cuerpo y el comportamiento hablan.
¿Quieres que te prepare un menú ejemplo o una lista práctica de recetas? ¡Pídemelo y lo subo aquí para ti!