
No tienes una enfermedad, tienes una microbiota dañada”: Mi historia con la candidiasis y el camino de vuelta a la salud
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Mi historia con la candidiasis: cómo la superé y qué necesitas saber
Durante años viví atrapada en un cuerpo que no entendía. Me dolía, me cansaba, me enfermaba… y nadie parecía encontrar la causa. Hoy quiero contarte cómo descubrí que tenía candidiasis, cómo logré curarme con alimentación y hábitos naturales, y por qué creo que este conocimiento puede transformar muchas vidas, como transformó la mía.
El principio del caos: síntomas que no encajaban
Todo comenzó en la adolescencia. Tenía infecciones de orina recurrentes, tomaba antibióticos una y otra vez, y empecé a tener síntomas cada vez más extraños:
- distensión abdominal
- gases, náuseas
- intolerancia a la lactosa y al gluten
- mareos, frío constante, debilidad
- uñas quebradizas, infecciones recurrentes
- tristeza profunda, depresión.
Con solo 17 años, mi cuerpo se sentía roto. Los médicos me diagnosticaron asma y principio de artrosis, pero para lo demás: antibióticos, óvulos y Ventolín. Las analíticas salían “normales”. Pero yo no estaba bien.
Lo descubrí por mi cuenta
A los 19 años, desesperada, empecé a investigar por mi cuenta. Internet fue mi refugio y ahí encontré el libro de Cala Cervera, una nutricionista que hablaba de candidiasis como yo nunca lo había escuchado antes. Su testimonio me resonó tanto que supe que había dado con la raíz de mi problema.
Seguí su enfoque: cambié mi alimentación, tomé suplementos, hice depuraciones… Me guié sola. Pero recaí muchas veces. La adicción al azúcar era brutal y cada vez que volvía a caer, sentía que tenía que empezar de cero.
Vivir con candidiasis es una cárcel
Me afectó muchísimo a nivel emocional. Cada mes tenía infecciones de orina, iba con miedo a clase, al trabajo, incluso a salir de vacaciones. Me sentía limitada en todo. Vivía pendiente de cuándo volvería el próximo brote. Me desgastó.
Estuve más de 8 años así, hasta que empecé a sanar de verdad.
¿Qué hice para curarme?
No fue un camino corto ni fácil, pero te comparto lo que a mí me ayudó profundamente:
Cambios en la alimentación:
- Eliminé azúcar, gluten y lácteos
- Me centré en comida real, natural y nutritiva
- Acepté que mi cuerpo necesitaba tiempo y constancia.
Suplementos clave:
- Anticandidiasis específicos (dependiendo de la fase)
- Refuerzo del sistema inmune
- Apoyo hepático para desintoxicar
Hábitos naturales:
- Ayunos intermitentes
- Hidroterapia de colon (me ayudó muchísimo)
- Probióticos
- Óvulos vaginales naturales (como árbol de té)
- Baños de asiento y cuidado integral
- vahos de eucalipto, menta y tomillo
- Agua con limón
- infusiones de cola de caballo, gayuba, jengibre.
Errores que no repetiría:
- Empezar de cero cada vez que recaía (¡es parte del proceso!)
- No pedir ayuda: de aquella había poca información, ahora hay profesionales que pueden guiarte
- Pensar que sería rápido: me costó 6 meses empezar a sentirme limpia, con menos ansiedad por el azúcar y más claridad mental.
¿Y ahora? Sigo en el camino
Aunque me siento mucho mejor, esto no es algo que se “cura y se olvida”. Aún hoy, años después, sigo en este proceso de sanación. Si me paso con la alimentación, aparecen síntomas: mi cuerpo es muy sensible y me avisa enseguida.
Y lo difícil es que muchas veces piensas “por un poco no pasa nada”… pero sí pasa. Aunque sea invisible al principio, todo suma. Y mi cuerpo, al menos, lo siente enseguida.
Algo que escucho mucho es: “Claro, tú es que tienes algo especial, una enfermedad rara…”.
Y no. Yo no tengo una enfermedad. Lo que tengo —y me atrevería a decir que tiene la mayoría de personas a mi alrededor— es una microbiota dañada.
A mí me da síntomas digestivos, infecciones o brotes de candidiasis. Pero al vecino le da anginas constantes. A otra persona, ardores, asma, neumonías, acné, estreñimiento, alergias, gastros frecuentes, enfermedades intestinales o fatiga crónica. Cada cuerpo expresa el desequilibrio a su manera, pero la raíz muchas veces es la misma: una alimentación que no nutre, un intestino dañado, un sistema inmune saturado.
Por suerte, las recaídas ya no son ni de lejos tan intensas como al principio. Mi cuerpo está más fuerte, y yo, más consciente.
Si crees que puedes tener candidiasis…
Escúchate. Si estás cansada, hinchada, deprimida, con infecciones constantes, si los médicos no encuentran nada y tú sabes que algo no está bien… es muy probable que la raíz esté en tu microbiota.
Te animo a:
- Leer, investigar y observarte
- Buscar un/a nutricionista especializado en candidiasis, SIBO o microbiota
- No normalizar el cansancio ni las enfermedades crónicas: esto no es “lo normal”
Hoy sé que la alimentación lo es todo. Me costó asimilarlo, pero cuando empecé a comer bien, a nutrirme y a sanar desde dentro, mi vida cambió por completo.
Y si estás leyendo esto como madre, quiero que sepas que estoy preparando un libro sobre candidiasis, porque quiero ayudar con mi experiencia. Porque estoy convencida de que la salud de nuestros hijos también empieza en nosotras.
Si algo de lo que he contado te resuena, no estás sola. Y sí, se puede salir.