
¿Por qué la gente acepta los avances en todo… menos en la alimentación?
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🧠 1.
Cambiar lo que comemos implica cambiar la identidad
La gente puede aceptar un móvil nuevo o un coche eléctrico. Pero decirle que la tostada con mantequilla, el colacao o el chorizo que comía su abuela no es saludable para su hijo, le duele como si estuvieras diciendo:
“Lo que heredaste, lo que amas, lo que compartes con tu familia… está mal.”
Y el ego responde con:
👉 “¡Toda la vida se ha comido así!”
Es una frase que encierra miedo al cambio, culpa reprimida y deseo de no asumir responsabilidad.
🧃 2.
La industria lo normalizó tanto, que parece inocente
Muchos padres de hoy ya fueron niños enganchados al azúcar. Sus papilas están educadas por los ultraprocesados. Para ellos, un batido, una galleta o un zumo de brick es lo que entienden por “comida normal”. Y como no lo ven como veneno, no lo cuestionan.
👶 3.
Nadie quiere sentirse “mal padre o madre”
Si les dices (con amor y datos) que el azúcar afecta la microbiota, el desarrollo neuronal o la inmunidad de sus hijos… el cerebro reacciona con culpa. Pero como la culpa duele mucho, eligen defenderse en lugar de escuchar.
🧬 4.
Sí, hay estudios nuevos… pero nadie se los cuenta bien
Los medios no hablan de estudios reales sobre alimentación infantil. Solo hacen titulares tipo:
“Una manzana al día puede alargar la vida”.
Pero no explican cómo los azúcares, los colorantes, los pesticidas o el gluten en exceso afectan a nivel fisiológico y emocional en los niños.